«El feminismo me dio una forma de verme en la cultura, en la sociedad, en la historia, y eso fue muy importante. Luego, el psicoanálisis me mostró que podía ser neurótica porque era una niña, pero, como Chekhov podría haber dicho, yo solo tuve que sacarme a la esclava, gota a gota. Entonces, entre Freud y los derechos de las mujeres, usar esas dos perspectivas brillantes era obtener una posición estratégica desde la cual, como solíamos decir, podía verme a mí misma tanto a nivel personal como político. Y sí, eso me dio un lenguaje.»
Entrevista de Madeleine Schwartz para The Believer (marzo, 2014)
El
feminismo y escritura
En 1970 cuando
trabajaba para Village Voice, recibió el encargo de
investigar sobre un grupo del Movimiento de libración femenino que se reunía en
Bleecker Street -en esa época una zona bohemia- Vivian Gornick entró ahí para
cubrir como reportera el evento y dice que “salió feminista”. Lo que ocurrió
fue que se dio cuenta que las mujeres de su generación no habían sido educadas
para tomar en serio lo que pensaban. No se convirtió en una activista del feminismo
pero se convirtió en escritora.
Vivian Gornick ©Sarah Shatz |
El feminismo no le dio una motivación para
escribir, sino que le permitió tener una mirada personal de las historias que
quería contar y construir su propio lenguaje.
El feminismo le llevó también a buscar sus
propias respuestas personales, no tenía claro que estaba en una búsqueda
interna, tomó decisiones poco sensatas como sus dos matrimonios, en los que
desde el principio se sintió incómoda por sentirse obligada a ser la mitad del
otro, todo eso que formaba parte de su educación y de un mundo donde no acababa
de encajar. La escritura le permitió exponer ante sí misma sus ideas,
analizarlas y encontrar la claridad que buscaba.
Para ella fue revelador encontrar en la
escritura su propia liberación, logró experimentar una gran emoción mientras
encontraba las palabras precisas para expresar sus impresiones, desde entonces
tuvo claro que ese era su oficio, el que le permitía tener la certeza de quien
es.
©
Berenice Abbott Manhatan(1936) |
«[..] No recordaba ninguna ocasión –excepto cuando había alguna nevada– en que en Broadway no hubiese nada de tránsito ni un solo momento. Parecía una escena de otra época. Como una fotografía de Berenice Abbott»La mujer singular y la ciudad
Realidad o ficción: las historias feroces
La autora se reconoce
como desordenada, cambiante, inconsistente. Ella misma dice que «Muchas
personas no me reconocen en carne y hueso después de haberme leído, porque lo
que hago en la página es crear una personalidad de una parte de mí que cuenta
una historia. La historia es todo»[2]
Vivian Gornick no
cuenta la realidad, cuenta la historia que quiere contar. Las anécdotas solo son
parte de la construcción de sus relatos, pero la narración “verdadera” de su
vida no tendría el interés que causa sobre el lector si no hubiese un trabajo de
construcción basado en la dramatización de sus anécdotas. La fidelidad a la
verdad no es el elemento central de su trabajo como escritora, lo que le
preocupa es ofrecer a sus lectores una historia. Ella cuenta su versión de sus
recuerdos, de lo que vivió, de las personas que conoció, su versión de su
propia experiencia.
La línea de lo
público y lo privado es complicada, debido a alguna mala experiencia, tiene
cuidado de lo que cuenta y cómo lo cuenta, porque nunca es su intención
lastimar ni hacer daño. Aunque no hace ficción, si hace narrativa y trata sus
memorias como historias, y ese es un trabajo delicado, porque toca no solo su
vida sino la vida de otras personas.
Considera que la
memoria es un género, a diferencia de la ficción, que ofrece la posibilidad de dar
al lector una narración que no se agota, es decir, la narración es una
necesidad del ser humano para explicar y explicarse y por eso es inagotable.
«…el amor es necesario pero insuficiente para tener una vida, para entender quién eres.» (*)
El amor por ejemplo,
hacer una novela romántica, parece pasado de moda, suena artificial, pero hablar
de amor, de la conexión entre personas, sigue siendo importante. Vivian Gornick
dice que «el amor no puede seguir siendo una metáfora» y que si se intenta
hacer literatura con eso no funciona. Hablar de la convivencia humana, es el
tema por excelencia de la literatura; el amor, la amistad, son temas que
interesan y seguirán interesando, si se encuentra la manera de contarlos.
En Apegos feroces, la autora cuestiona la
educación que enseñó a las mujeres a creer en el amor romántico, a esperar y
desear una vida ideal sin cuestionarse quienes eran y a mantenerse subordinadas
a los deseos de los otros (familia, marido, sociedad, etc.).
Pero también plantea
la contraparte, conquistar la liberación también tuvo su precio, no ser esposa
y ama de casa requiere el esfuerzo de la constante reivindicación de una
postura que no acaba de quedar clara; la igualdad no ha llegado y una mujer sin
vida vinculada a la vida familiar o de pareja ha sido y sigue siendo
cuestionada.
- Apegos feroces (2017) Traducción Daniel Ramos Sánchez
- La mujer singular y la ciudad (2018) Traducción Raquel Vicedo
- Mirarse de frente (2019) Traducción Julia Osuna Aguilar
- Vincles ferotges. La dona singular i la ciutat (2017) Traducció de Josefina Caball
- Mirar-nos de cara (2019) Traducció de Martí Sales
[1] Tresa Grauer Vivian Gornick Jewish Women's Archives Encyclopedia
[2] Madeleine Schwartz «Entrevista aVivian Gornick», The Believer, 2015
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