Paola Drigo y el verismo italiano
Libro: Maria Zef
Autor: Paola Drigo
Editorial: Periférica (2016)
Paulina Maria Valeria Bianchetti
(Castelfranco, Veneto, 1876 – Padua, 1938), hija del conde Giuseppe
Valerio Bianchetti y de Luigia Anna Loro (hija de un abogado y miembro del
Parlamento italiano). Paola Drigo creció en un ambiente culto, aristocrático y
sofisticado. A diferencia de otros escritores de la época (Sibilla, Grazia
Deledda, Matilde Serao, Ada Negri eran autodidacta) cursa estudios superior, en
el Liceo Canova, en Treviso (fue la primera mujer en la historia del instituto)
y en la Escuela Normal de Padua. En 1898 se casó con el ingeniero y agrónomo
Giulio Giovanni Drigo y en 1900 se trasladaron a vivir a Villa Soderini (Mussolente),
una de las fincas agrícolas más grandes e importantes de la región de Véneto.
Hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, Paola Drigo pasó las
temporadas de invierno en Roma, donde estuvo activa en varios salones
literarios. En 1912 sus historias y novelas comenzaron a aparecer en La
Lettura (publicado por el Corriere della Sera).
Su primera colección de cuentos, La
fortuna, fue publicada por Emilio Treves en 1913. La reacción favorable
tanto de los críticos como del público la llevó a colaborar regularmente con
otras revistas literarias como, Nuova
Antologia y L'Illustrazione Italiana.
Portada de la Revista La Lettura, Milán, 1922
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Sus últimos años los pasó en Padua con problemas de salud ocasionados
por la depresión y una úlcera gástrica, Fin
de año, su novela autobiográfica la escribiría postrada en la cama de un hospital.
Falleció en Padua el 4 de enero a los 62 años.
Maria Zef. Es considerada una de las obras más representativas -aunque tardía-
del verismo italiano (caracterizado por mostrar personajes, situaciones y
emociones reales), y de la que el escritor Claudio Magris dijo:
«Como crítico, naturalmente, he seguido con interés en los últimos años
la problemática de una explícita, consciente y autoconsciente escritura
femenina. Como lector tiendo a menudo a olvidar, sobre todo en los textos que
más me tocan, su componente más explícitamente ideológico. He tenido y tengo,
de tal modo, una relación muy intensa con textos literarios no sólo escritos
por mujeres, sino también expresiones de una escritura “a la femenina” (con
todo lo que esto significa, desde la visión del mundo hasta el estilo, en
términos impensables para una escritura masculina) que tendía a resolverse en
el relato, en la narración de sucesos y en el modo de vivirlos, sin explícitos
o sin demasiados explícitos postulados ideológicos. Así, por ejemplo —pero es
sólo un ejemplo—, un libro como Maria Zef, de Paola Drigo (libro
extraordinario, al cual no se le ha dado el lugar que merece en la literatura
italiana de este siglo), es un gran libro femenino, que con seguridad no podría
haber sido escrito por un hombre, y que afirma con tanta más fuerza su
feminidad (en un sentido fuerte y arrasador, sin ninguna indulgencia con la
feminidad tradicional vista y/o creada por los hombres) cuanto menos la exhibe.»
Revista Nexos, septiembre, 1997
En Maria Zef, los personajes de Paola Drigo están creados con rasgos de
la realidad de una Italia que comienza a dar pasos hacia la modernidad, una
apertura que plantea a través de esos individuos miserables y desvalidos una luz
hacia el cambio.
Si bien es cierto que Maria Zef es un relato desgarrador, es también un
violento grito de esperanza que sugiere la posibilidad de modificar una
realidad preestablecida y asumida por sus personajes: mujeres solitarias,
pobres, sin educación, pero también mujeres fuertes, valientes, autónomas,
sobrevivientes.
Paola Drigo no cuenta únicamente la tragedia de una niña huérfana, que
no solo pierde a su madre sino la seguridad que le da su presencia en el hogar
y que hereda la miseria y la responsabilidad de asumir el papel de adulto y el
cuidado de su hermana menor; también parece que la autora desea que el lector
se conmueva a través de la culpa de una sociedad que no es capaz de hacer nada
frente a semejante desgracia y en contraste nos lleva dócilmente a lo largo de
la historia disfrutando del paisaje, señalando la cultura popular de la región,
y disfrutando de una excelente obra literaria. Una obra que casi quedó olvidada
después de la II Guerra y que aunque el cine italiano intentó revivir en 1953 y
1981 no ha logrado tener el sitio que le corresponde en las páginas de la
historia de la literatura italiana.
Algunas de sus obras
Colecciones de historias cortas: La
fortuna. Milán, Treves, 1913. Codino.
Milán, Treves, 1918. La signorina Anna,
Vicenza: Jacchia, 1932.
Novelas: Fine d'anno. Milán, Treves, 1936. Maria Zef. Milán, Treves,
1936.
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